Esta fue nuestra tercera vía del viaje. Después de haber calentado motores en la Zebda y en la Libiti, y nunca mejor dicho, ya que de esta última tuvimos que bajarnos debido a un recalentón demasiado prolongado, decidimos apostar sobre seguro y buscar una vía en un muro con buena orientación. Resultado? La cara norte del Taoujad. La vía? La gran clásica de esta pared, abierta por Petit en el 2003.
Les Rivieres Pourpres es una de esas vías que recuerdas toda la vida. Larga, mantenida y muy disfrutona debido a la gran variedad de sus largos. Alpinos, de placa, desplomados da tacos laterales e invertidos, de conti, a bloque, deplomados de agujeros.. lo tiene todo! Todo muy bien equipado, a la sombrita y 100% deportivo.
Después de haber pasado tanto calor durante los días anteriores, decidimos a pesar de la orientación de la pared entrar en la pared prontito. A las 7 estábamos empezando la vía. Empalmamos los dos primeros largos para intentar acelerar un poco las cosas y a partir de ahi 8 largos seguidos de séptimo grado, a excepción únicamente de un 6c entre medias.
Yo no había tenido la oportunidad de rodar en deportiva antes del viaje, a excepción de alguna placa pedricera que entrena más los gemelos que otra cosa. A pesar de ello, las sensaciones fueron inmejorables para los dos, disfrutando como enanos durante toda la escalada. Al llegar al L11, el más duro, decidimos darnos un aire, comer y beber algo e intentar recuperar algo de energía para liberar completamente la vía. Cuando empezábamos a sentirnos cómodos en la repisa, Edu cambio el semblante y me miró con estupor señalando el horizonte. Mordor se avecinaba, el aire empezó a levantarse y algunas gotas traidas de muy muy lejos empezaron a mojarnos. Edu se puso nervioso, se calzó, se apretó el arnés y empezó a escalar.
Nos quedaban 5 largos y había que salir pitando! Estaba en la mitad del largo cuando empezó a tronar muy fuerte y Edu empezó a preguntar que hacer al llegar a la reunión.. ¿Bajamos o seguimos subiendo? Yo compartía ya la repisa con una cordada de escaladores del equipo alpino aleman y votamos en un improvisado referendum. La conclusión fue seguir y escalar rápido. Erán 5 largos fáciles a excepción del primero VS 11 rápeles en un terreno bastante desplomado. Edu no lo tenía nada claro, y volvió a preguntar, pero el resultado era un aplastante 3-1 asi que no le tocó otra cosa que renegar. Empecé a escalar. Quería encadenar, sobretodo viendo el baile que se había marcado Edu, pero no coniseguía concentrarme. El cielo no paraba de gritar.. BAJAOS! Las gotas empezaban ya a mojarme y para mas INRI tenía a la cordada pisandome los talones. No se por qué lo hicimos asi, seguramente porque no lo pensamos con las prisas, pero el caso es que desmontamos el largo, obligando a la otra cordada a montarlo seguidamente. Según quitaba una cinta, mientras yo me la colocaba en el arnés, ellos ya estaban reemplazándola. Me agobiaba. No podía descansar y empezaba a notar los brazos bastante hinchados. Cuando ya llevaba 2/3 de largo, entré en la sección dura y en un rebote de mano izquierda no me aguanto el bloqueo… y volé. Noooo!!! La decepción duró muy poco. El objetivo ya era uno bien distinto.. salir por arriba como fuera!
Durante el siguiente largo, un 6b que se me hizo horriblemente duro, siguió lloviendo bastante.. pero poco a poco la tormenta se fue alejando. Tuvimos mucha suerte de que la tormenta hiciera ese cambio de rumbo a última hora, ya que no sólo nos habría puesto las cosas dificiles durante el resto de escalada, si no que el camino de descenso era a través de un barranco, muy ancho al principio pero bastante angosto en algunos tramos a partir de ahi.
La cumbre era espectacular y nos dejo ver con más detalle hasta dónde llegaban los cañones y las paredes de este precioso lugar. Nos relajamos un poco. Era hora de disfrutar de ese fugaz instante, otear el horizonte y por qué no disfrutar del poco saludable cigarrito de la victoria.
Transcurrido todo esto nos dispusimos a buscar el camino de vuelta. Parecía bastante sencillo, pero era nuestra primera vez en esta cumbre y uno nunca debe confiarse. Tras unos minutos de caminta, encontramos la sabina de la cual debiamos descolgarnos y en un rapel de 40mts estábamos en el suelo, justo detrás de la gran mole. Tuvimos que dar un gran rodeo por su lado derecho hasta enfilar una gran canal blanca marcada por una evidente beta de cuarzo. A partir de ahi, bajar con cuidado buscando el mejor de los caminos para evitar despeñarnos.. En un par de horas, estaríamos todos disfrutando de un rico tagine, contando batallas y compartiendo sueños..
Asi es Taghia!